En el marco del 26º aniversario Luctuoso de Floriberto Díaz Gómez, compartimos el texto de "Tizón oculto para el día siguiente."

Que los sueños de abuelos y abuelas reavivan con más fuerza y energía desde el trabajo de todos y todas en la vida de la comunidades.

 

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Floriberto Díaz en Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca,1991.
Foto: Mariana Rosenberg

En todas la sociedades los cambios han sido constantes. Todo ser humano busca para sí lo mejor, con o sin los demás. Algunos pueblos han padecido, desgraciadamente, estancamientos en su desarrollo, provocados de una manera violenta por otros, llegando a veces a reproducirse solo en función del sostenimiento de los pueblos dominantes.

Estos pueblos, normalmente dominados, discriminados, reprimidos, marginados y casi esclavizados, difícilmente pueden tener claridad de los problemas fundamentales de su existencia como tales. Sus acciones van encaminadas más bien a la defensa de su supervivencia, aceptando muchas veces las “necesidades inventadas e impuestas” desde fuera, en función de los intereses del pueblo dominante. Existe la imposibilidad práctica de definir el destino histórico, que se acepta como predeterminado desde afuera. Lo propio, lo íntimo, llega a ser objeto de vergüenza y esto hace que lo ajeno aparezca como el paraíso, finalmente inalcanzable.

El pueblo mixe, el mío, ha estado constantemente asediado material y espiritualmente por el usurpador del siglo XVI y los demás siglos. Pero no ha sido tan dócil para el adoctrinamiento occidental, pues está llegando al final del presente siglo con suficiente orgullo por conservar latentes las bases esenciales de la comunitariedad, cómo son la toma de decisiones en asambleas, el servicio municipal gratuito y obligatorio, el tequio, el uso de la lengua, la vigencia de nuestros ritos y ceremonias en la mayoría de las familias, sin que nos atemorice la adopción de ciertos elementos culturales occidentales a pesar de la persecución sistemática y secular de la cultura judeocristiana.

Podemos decir que existe una cultura mixe, en la cual el hombre-pueblo reconoce la maternidad de la tierra como condición cosmogónico para buscar el equilibrio entre los seres humanos, de tal forma que el poder y la autoridad nunca escapen de sus manos y se concentren en unas cuantas. Por ello, los caciquismos que se han dado dentro de la región finalmente han sido eliminados, porque imposibilitan el desarrollo del pueblo, que no puede ser atado, no puede ser comprimido, porque entonces se corre el riesgo de llegar al suicidio. Nuestra cultura no está tan oprimida como sucede con la mayoría de los pueblos indígenas de México. Tampoco tiene la práctico opresora de algunos pueblos. Es una cultura enterrada bajo las cenizas, como los tizones que conservan el fuego para reavivarse al día siguiente. Es una cultura de energía oculta, que nos encenderá los corazones y hará despertar nuestra mente para recuperar el dominio de nuestra creatividad y recrear la naturaleza sobre las cordilleras y a la ribera de los ríos. Es esta cultura la que nos permite hablar de la certeza de un futuro con vida y en mejores condiciones, no solamente del hombre-pueblo, sino de la naturaleza en su conjunto.

En este sentido, hablar de desarrollo no sólo puede estar referido al ser humano en tanto individuo, sino a la naturaleza en su conjunto y a cada uno de sus componentes, en particular, incluyendo al hombre pueblo. Estamos convencidos de que no es la comunitariedad en el trabajo, en la organización y en la dirección, lo que obstaculiza la producción y la productividad. El llamado atraso indígena se explica cuando nos damos cuenta que es muy tarde, cuando la sociedad occidental a enarbolado la bandera ecologista, mucho después de qué difundieron por el mundo -ya como capitalistas o como socialistas- su buena nueva de destrucción ecológica en aras de la supremacía y el bienestar del hombre individuo; incluso, mucho después de qué los conceptos de someter y vender la naturaleza han ido entrando en nuestras mentes como espectros invencibles, y después de que sus aparatos de Estado no los convirtieron en dioses autoritarios, despóticos y hambrientos, insaciables.

Desde lo indígena, el desarrollo no tiene futuro cuando se decide finalmente desde el Estado. Por ello, y considerando lo anterior, tenemos la certeza de que si somos nosotros quienes decidimos realmente nuestro desarrollo, podemos armar y ejecutar proyectos comunitarios eficaces y eficientes, bajo ciertas condiciones:

1. Debe finiquitarse le educación inutilizadora, tanto en contenido como en método. Esta educación es el conducto cultural que resta la creatividad de los pueblos indígenas para enfrentar los desafíos de los tiempos actuales de una manera directa. Se requiere de una educación que habitúe al alumno no el conformismo ni a la servidumbre, sino al trabajo y a la ganancia colectiva.
2. Los grandes, medianos y pequeños burócratas institucionales deben convertirse en gente con experiencia práctica no en vendedores de demagogia. Esto permitiría al Estado reducir su número y gastar menos, pero mejoraría la calidad.
3. Los recursos financieros disponibles para la infraestructura productiva deben ser canalizados sin condiciones de lealtad partidista o amiguista.
4. Debe desmitificarse el concepto de qué los recintos legislativos están hechos para los sacerdotes y sacerdotisas de los partidos políticos, y abrirse a los indígenas que serán elegidos desde asambleas comunitarias y regionales por su propia gente-pueblo, pues es la única forma de qué sean legítimos.
5. Debe tenerse en cuenta que los pueblos indígenas no estamos viviendo en tierra ajena o usurpada. Tampoco se trata de tierras que nos hayan dado. Estas tierras han sido reconocidas y tituladas por el hecho de poseerlas y trabajarlas desde tiempo inmemorial. Tampoco tenemos tierras ociosas o de sobra, porque esas son para nuestros hijos.

En el contexto actual, Nacional-municipal, el Pueblo Mixe busca enfrentar el problema económico-productivo. En el nivel de la Asamblea de Autoridades Mixes (ASAM) Venimos implementando y manufacturando un Plan de Reordenamiento Económico Mixe (PREM) a un plazo de 20 años, cuyo objetivo es garantizar el futuro que soñaron nuestros padres para nosotros y para nuestros hijos.

En una fase inicial, mediante pequeños proyectos productivos desde finales de 1989 comenzamos a capacitarnos para controlar deliberadamente nuestro propio trabajo en la producción agrícola maicera, pecuaria y otras. Esta fase tiene como objetivo aprender a actuar juntos, con más técnica (aunque nos cueste muy cara), con una sana administración de nuestros propios recursos, superando la corrupción en la que algunas comunidades llegaron a caer por la vía de Banrural y ANAGSA. Aunque después de dos años seguimos en esta fase, con montos financieros mas grandes, se pretende pasar a la creación de pequeñas y medianas empresas agropecuarias, con nuestras propias reglas, teniendo en cuenta las del mercado.

Pretendemos cerrar el ciclo de la producción en nuestras propias comunidades, a través de una Red de comercialización intrarregional. Sabemos que esto es posible, siempre y cuando el Estado no subsidie a los que siempre han sido fuertes, sino a los que deseamos alzarnos sin despegar de la tierra, y así nos lleguen los recursos para la infraestructura sin círculos demagógicos, a pesar de nuestras dudas al respecto.
La ciencia y la tecnología modernas no son opuestas al desarrollo de los pueblos indígenas. Tampoco nos sentimos condenados abdicar nuestra cultura si la adaptamos y usamos para reforzar nuestra comunitariedad en busca de un desarrollo a la altura de los tiempos

 

Texto retomado del libro Floriberto Díaz Escrito. Comunalidad, energía viva del pensamiento mixe.

Ayuujktsëënää'yën - ayuujkwënmää'ny - ayuujkmëjkäjtën

 

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