Mi nombre es Cristina Martínez, escribo desde las altas montañas de mi comunidad Santa María Zapotitlán, para compartirles un poco acerca de las vivencias más significativas que he tenido durante estos meses de contingencia. Han sido momentos de mucho aprendizaje y reflexión que les iré mencionando en los siguientes renglones.

zapotitlanAntes que sucediera toda esta contingencia por el COVID-19, me encontraba viviendo una experiencia de intercambio académico en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. En el mes de marzo iniciamos algunos proyectos que me tenía muy emocionada, porque estaba aprendiendo de un ambiente distinto. Además de compartir y escuchar sentires, pensares desde otros espacios multiculturales e interculturales, los cuales me ayudaron a construir una visión más amplia y compleja de los distintos contextos.

Lamentablemente, en las primeras semanas del mes de marzo el ITESO anuncio que se suspendían clases y entrábamos a una fase de cuarentena, me sentí preocupada y confundida, dialogando con mis compañeras de intercambio, decidimos que lo mejor era regresar a Oaxaca, había el riesgo de que se complicará la situación y sería más complejo movilizarse y salir de la ciudad.
El 16 de marzo viaje de regreso a Oaxaca, al llegar a mi comunidad debía retomar mis clases, continúe con mis clases y tareas en línea, tuve muchos problemas debido a que no podía resolver mis dudas y la red no era lo suficientemente rápida, se sumaban otros factores como el cambio de clima, que provocaba el corte de la energía eléctrica, esto no me ayudaba a ser eficaz con todo lo que los profesores pedían.

Durante las clases en línea se cortaba mucho y no podía entender lo que se conversaba, los trabajos en drive eran casi imposibles porque la computadora a duras penas se conectaba. Así los días pasaron, me sentía preocupada debido a que ya había faltado a varias de las clases, no le encontraba sentido seguir así, la verdad es que no estaba preparada para estudiar en esa modalidad y se complicaba más porque no contaba con las herramientas necesarias, además en esos momentos mi motivación para seguir eran muy pocas. ¡Bueno!, a pesar de todas estas dificultades, en lo medida de lo posible seguí buscando las maneras para continuar con algunas de las clases y realizar mis tareas y así, gracias a Dios y al apoyo de mi familia, el 18 de mayo logre terminar el semestre, ¡claro! no como yo quería, pero puedo decir que estoy satisfecha porque a pesar de las circunstancias y obstáculos, durante esta experiencia pude aprender, reflexionar y sacar provecho en lo medida de lo posible, en esta situación que hasta hoy sigue siendo compleja para muchos y no solo para mí.

Otra de las cosas que quiero contarles es, en mi comunidad surgieron problemas debido a que se tomaron medidas de precaución, una de ellas fue cerrar los caminos principales de entrada y salida de la comunidad, esto provoco descontento para los productores de tomate, ya nos encontrábamos en tiempos de producción, donde se saca la mayor parte de las cosecha, los productores necesitaban salir al Istmo para poder comercializar su producto y obtener algunas ganancias para suplir sus necesidades. Esto fue todo un caos, no se lograba llegar a un acuerdo y la producción seguía estancada, al final se logró consensuar en una asamblea comunitaria y hasta el día de hoy se sigue saliendo de la comunidad a vender y comprar algunos productos. Ahorita ya parece estar todo más tranquilo ya las personas están concentradas en preparar las tierras para poder cultivar el siguiente ciclo.

Estos días ha sido para mi de mucha reflexión junto a mi familia, me di cuenta que es momento de empezar a repensar y movernos con mayor firmeza, hacia la soberanía alimentaria y otros temas de importancia de nuestros pueblos originarios, que durante siglos ha sido dañada por el sistema capitalista. Tenemos la oportunidad de considerar como deberíamos recomenzar la sociedad desde otras ópticas, contribuyendo con nuestro granito de arena por el buen vivir y convivir de cada uno de nosotros y nosotras, alejándonos cada vez más a la lógica del capital.

Agradezco infinitamente su valioso tiempo en leerme, las, los animo a seguir delante buscando la mejor manera para cosmovivir en estos tiempos, aprendiendo de lo bueno y de lo malo creciendo en armonía, recordando los hermosos momentos que algún día regresaran.
¡Abrazos y saludos a todos, todas!

 

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